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«Había una senda de reforma agrícola, industrial y cultural… Y esto la CEDA lo cortó. Y volvimos otra vez a la Iglesia y al ejército».
Con estas palabras, resume una de las participantes en este documental (las Misiones pedagógicas) lo que supuso el final de la II República para la sociedad y sobre todo para la educación española.
Durante el pasado verano estuvimos leyendo con fruición una recomendación que nos llegaba desde varios frentes: Todo lo que se llevó el diablo, segunda novela de Javier Pérez Andújar. Qué nos llevó hasta ella lo contaremos en otro lugar, pero sabíamos que teníamos pendiente una bonita conversación con su autor, quien también en 2007 dio a luz Los príncipes valientes.
Como hay lectura, hay escuela, hay un sentido revolucionario de la educación y un sentido extremadamente radical de la lectura en ambos libros, el contexto actual -de acoso a la educación pública y multitudinarias-millonarias-fiestas-pagadas-por-todos al pope de la Iglesia católica- nos parecía un momento muy apropiado para reivindicar con él ciertas cosas.
Hemos hablado, en más de media hora de conversación, de militancia y beligerancia: en las palabras, en el léxico, en la memoria, en la historia personal, en las obsesiones, en la cultura recorrida por los mismos grandes temas desde la Odisea de Homero y los libros de caballería hasta la literatura decimonónica de aventuras y las novelas de a duro.
Junto a esta charla con Javier Pérez Andújar, dedicamos un segmento del programa a repasar el momento pasado (1931-1936) que acogió la efervescencia intelectual, participativa y comprometica que hizo posible la existencia de las Misiones pedagógicas. Preguntándonos, entre otras cosas, cómo se dio tal experimento que llevó a implicar a 500 profesores en viaje venturoso por las aldeas de España y, entre ellos, a muchísimas mujeres.
Eran otros tiempos.
No tenemos más remedio que contrastar este repaso histórico con la lucha actual llevada a cabo por la enseñanza pública en España (un botón de muestra, la Plataforma sevillana por la escuela pública, laica y de calidad) y por la sociedad chilena (casi podríamos decir «en su conjunto») que está volcada desde hace más de cinco meses a exigir condiciones dignas y gratuitas para la educación.
Poniéndonos pitonisas, podemos decir que allí donde han llegado en Chile en su aplicación del modelo neoliberal de la educación es donde llegaremos tarde o temprano yendo las cosas por donde van en el país en que todavía estamos haciendo radio libre.