Una acción de Left Hand Rotation puso a la gente a danzar por las calles semi pueblerinas de Malasaña (barrio madrileño) en busca de la calle Desencanto, inexistente. A esa acción en concreto le hemos robado el título del programa.
A veces, las autoras de este programa tenemos la sensación de que, en las múltiples ficciones que aparecen en los últimos tiempos con el barrio de Malasaña como espacio confluyente, leemos también sobre un barrio inexistente.
Escribir las ciudades es algo tan sensible y significativo como escribir sobre roles sociales o dinero: en las ciudades habitamos, en ellas somos -y de acuerdo con la psicogeografía, las ciudades modifican nuestra conducta y comprensión del mundo-; la ficción debería ayudarnos a comprender mejor nuestro entorno y/o fijar mitos verdaderos. Al reflejar los barrios en la ficción: ¿los perdemos o los conquistamos?, nos preguntábamos al comienzo de este programa. Resignificar los espacios debería ser una de las misiones fundamentales de la narrativa.
Tomando Malasaña como ejemplo de barrio (muy transitado, muy mitificado, y muy castigado por los procesos de gentrificación), hemos hablado con autores que representan dos formas de acercarse al lugar. Jack Mircala, autor de Eclipse en Malasaña (Sins entido, 2010) lo hace desde la fantasía y la (falsa) historiografía, sumando mitos personales y desentrañando misterios que, por su poder evocador, le parecía que encajaban muy bien en Malasaña.
Con un habitante (adoptado, como tantos otros) del barrio desde hace veinte años, hemos repasado otros aspectos: Luis Magrinyà, nacido en Baleares, es escritor publicado ampliamente en la editorial Anagrama y un orgulloso malasañero que se deja invadir por el barrio; como tal, es testigo de los cambios que han afectado a la zona en los últimos tiempos y crítico (moderado) con los procesos de gentrificación.
(Os contamos todo esto y, cual en un coitus interruptus, no podemos dejaros escuchar el audio. Lo que pensábamos que era un problema puntual, que nos impidió grabar la entrevista con Santiago Alba Rico, se repitió ese lunes 15. Por no querer dejar que los esfuerzos de nuestros invitados se diluyeran como lágrimas en la lluvia, componemos este humilde texto a modo de recuerdo. Y seguiremos hablando de Malasaña, otro día, probablemente).