Programa 79: La vida periférica

Julián Rodríguez muestra sus cartas

Hay proyectos literarios en esta país que nos gustan mucho -que no quiere decir incondicionalmente, nuestro amor es grande pero no acrítico.

Nos gustan lo suficiente para hacerles aparecer con frecuencia en nuestra parrilla de temas, y pese a la pluralidad que intentamos darle. Nos pasa, por ejemplo, con la editorial Periférica. El sello llega en 2011 a su quinto año de existencia, lo cual es motivo de celebración y tiene forma de conciertos en librerías y espacios varios en Madrid, «porque no sólo de literatura vive el hombre» (ni la mujer).

La invitación para participar en ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor? estaba cursada a su editor, Julián Rodríguez (junto con Paca Flores), desde hace mucho tiempo, y por fin se materializa. Queríamos repasar el trabajo que han realizado desde Cáceres en estos cinco años, comenzando por una «sesión de hipnosis» para intentar situarnos en el punto, atrás en el tiempo, en que se vislumbraba un proyecto editorial y estaba todo por hacer.

Publicar autores clásicos como modernos y autores contemporénaos como clásicos. Periférica es un sello que tiene, aunque no te guste todo, esa «personalidad» que se ansía conseguir cuando uno pone en marcha un proyecto. Hemos hablado de la trayectoria del sello, pero también, no podía ser de otro modo, del trabajo como escritor de Julián Rodríguez.

En libros como Antecedentes (Mondadori, 2010), Lo improbable y otras novelas (De Bolsillo), Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás (Caballo de Troya) y algunos más, el escritor extremeño ha desarrollado ficción con grandes trazas de autobiografía, sin esconder los orígenes rurales y atendiendo a temas y preocupaciones que suelen quedar en los márgenes de la producción literaria. No puedo sintetizar su trabajo en dos frases, aunque en un viejo apunte traté de resumirlo como «una lucha política y social que sucede EN la literatura».

Aquí os dejamos la entrevista.

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Programa 14: Non omnis moriar

Es cierto, como dijo Carolina en el programa, todo el mundo tiene una historia personal en torno a En Grand Central Station me senté y lloré. Yo (al habla Elena) también. Lo leí porque Marta me dijo que TENÍA que leerlo. Lo dijo usando mayúsculas en el verbo. Marta también tenía una historia personal con el libro, como ha contado hoy en su blog. Marta TENÍA razón, TENÍA que leerlo. Tanta pasión, tanta lucha, subyugación y derrota a causa del amor, de la vida, no me resultaba del todo ajena. Incluso me lo tomé como una premonición. Yo tuve un ejemplar del libro, ya no lo tengo. Una tarde de hace años quedé con Carlos Berlanga en un bar de Huertas, cerca de su casa. Le regalé el libro. Cuando leyó el título de la portada dijo: «En Grand Central Station me senté y lloré, ¡ay!, ¡yo también!». Pero no le pregunté por qué o por quién aunque imaginé a una Elizabeth Berlanga, un personaje mixto, como protagonista de la novela ya para siempre.

Las tres borrosasEs un libro especial y por ello se merecía todo un programa. El libro y la autora. En él hemos contado lo que sabemos de su vida y hemos llamado a Cáceres, más o menos a las nueve y media de la noche, para seguir la conversación con Julián Rodríguez. Julián es el editor de Periférica, así que es el responsable de que este libro se haya editado de nuevo en España, después de que la edición de Lumen, que era la que yo tuve y regalé, se descatalogara hace años.

La editorial negoció los derechos con Sebastian Barker, hijo de Elizabeth no sólo para este libro, sino también para el otro título de prosa poética de la autora, The assumption of rogues and rascals. Sebastian le contó a Julián algunas cosas sobre sus padres -es hijo del poeta George Barker, eterno amante y amado de Elizabeth-, que no contaré aquí para forzaros a escuchar el programa.

Non omnis moriar, no muero del todo, es el título del programa por ser el epitafio inscrito en la lápida de la tumba de Elizabeth Smart.

Complementamos el programa con algunas canciones de los Smiths donde vemos al Morrissey más influenciado por este libro, hasta el punto de tomar prestadas frases para muchas de sus canciones y con el parnaso de Alberto Monreal donde nos habla, esta vez, de la fascinación capitalista por las trilogías.

//Me reservo un apunte (Carolink al habla) aquí al final: ¡demasiado frío incluso para las tormentas pasionales de la gran Smart!//

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