Programa 49: ¿Dónde va un personaje cuando se acaba su novela?

La realidad en la que vivimos en el año 2010 está habitada por seres reales y por seres ficcionados, que conviven y conversan infiltrados unos en el mundo de los otros, siendo cada vez más difíciles de distinguir.

Para que estas filtraciones se hayan venido produciendo, han tenido que construirse puentes entre un mundo y otro, pasos fronterizos bidireccionales. Es decir: no sólo hay realidad en la ficción sino también ficción en la realidad.

Dora García realizó en el año 2009 una exposición en el Centro Galego de Arte Contemporánea (Santiago de Cosmpostela) titulada ¿Donde van los personajes cuando la novela se acaba? Se reunieron 11 obras que tenían en común que, en ellas, la ficción participa de la realidad y el espectador se convierte en actor. En 2010, el CGAC editó un libro bajo el mismo título como continuación de esa exposición. La pregunta del título, nos explica al teléfono la creadora vallisoletana, «habla de la independencia de los personajes respecto a su autor». A veces esos personajes aparecen en otras novelas, cruzan las obras, «como un Guadiana» y pueden aparecer en otros libros, incluso en los libros de otros autores.

Por ejemplo, en William Holden in Frankfurt, de Dora García, aparece un señor que dice ser William Holden, el actor estadounidense de Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses).

Durante el programa hemos intentado demostrar la importante confusión entre personas y personajes en la que nos hemos acostumbrado a vivir. Tanto entre la producción literaria, cinematográfica, cómic y videojuegos como en la vida real contante y sonante.

Ahí tenemos la inevitable mención a Los muertos, la novela de Jorge Carrión a la que volvemos una y otra vez («Acaba de morir Miguel Delibes; yo respeto mucho su obra; pero sinceramente me afectó más la muerte de Nate en A dos metros bajo tierra, después de estar cinco meses, día a día, conviviendo con él» le dijo a Carolina en una entrevista); Sospechosos de David Thompson; Cómo ser John Malkovich («¿alguna vez has querido ser otra persona?», dice su tagline) y otros magníficos guiones de Charlie Kauffman; las webs de Hi-Res (en especial las que realizaron para The center of the world de Wayne Wang, Requiem por un sueño de Darren Aronofsky o The LOST Experience); la psicomagia de Alejandro Jodorowsky y el final de La montaña sagrada: «este es el fin de nuestra aventura, nada tiene un final (…) si no podemos obtener la inmortalidad, al menos obtengamos la realidad (…) estábamos en un cuento y volvimos a la vida, pero, ¿es esta vida real? ¡No! ¡Esto es una película! ¡Zoom back camera!»  dice un Jodorowsky no con barba blanca como yo lo recordaba, sino bigote, como podemos ver en este vídeo:

La Nada avanza y devora Fantasía, como nos enseñó Michael Ende en La historia interminable (gracias @diabolizante). Vivimos una época de máxima ficcionalización de uno mismo, algo que en literatura se ha venido forjando en los diarios íntimos y la producción epistolar pero ahora vivimos a un nivel masivo con la creación de avatares que nos representan online en blogs y microblogs. Incluso en los reportajes periodísticos, las personas no son tales, sino personajes.

Durante el programa, nuestra inspiradora Elisa McCausland (@reinohueco) aportó más casos para cruzar el espejo. En cómic también tenemos Inside Moebius, una obra donde el autor se relaciona con sus mitologías; The Unwritten, de Mike Carey, donde un actor que hace de mago (a lo Harry Potter) termina siéndolo, o no; Superman: Secret Identity, donde dos personas, Lois Lane y Clark Kent, resultan ser parecidos a los de la ficcion. No hemos hablado del teatro, pero sólo por poner un ejemplo que nos recuerda Elisa: el juego de espejos de Su seguro servidor, Orson Welles.

Escribe Constantino Bértolo en La cena de los notables que llamamos bovarysmo cuando el retorno a lo real está teñido, como le pasó a Emma Bovary, de la experiencia, falsa o virtual, que ha conocido en los libros y que ha alterado sus expectativas, su horizonte de deseos y su escala de valores. Escribiéndonos con Eloy Fernández Porta sobre el tema del programa, él recuerda cuando los personajes se vuelven dignos de imitaciones («ejemplarizantes»). Por ejemplo, en la segunda mitad del XIX, esos personajes femeninos de la literatura realista que «han leído demasiadas novelas» y que intentan imitar a sus heroinas románticas (Madame Bovary de Flaubert, En la caja de Henry James o Tormento de Galdós). Con el realismo, además de destacar la posición de la mujer en la cultura, aparece una crítica a la mala influencia (lo quijotesco) de la literatura en la vida. Algo curioso que dice Eloy es que aunque parece un debate decimonónico y superado, en realidad aflora con frecuencia cuando aparecen textos autobiográficos que presentan un modelo de feminidad «que no concuerda con el modelo de mujer respetable socialdemócarta ni con la figuración convencional de la vida interior en literatura». Ejemplos: Textos como Paradoxia de Lydia Lunch, Diario de una adolescente de Phoebe Glockner o Frágil de Eva Vaz, entre muchos otros, obligan a reconsiderar si la literatura debe «representar excepciones estéticamente interesantes» o construir «modelos de mujer aceptables por la mayoría».


En la exposición de David Rubín nos encontramos con otro dibujante, Juan Berrio. Berrio nos habló allí de su Cuaderno de frases encontradas y le pedimos que nos lo contara de nuevo en la radio, ya que convierte en viñeta escenas reales de dos o tres segundos que capta cuando va por la calle. Y a Rubín también le llamamos, porque en la presentación de esa exposición sobre Solomon Kane, Javier Olivares y él recordaron el epílogo final de Cuaderno de Tormentas, que comienza cuando el protagonista tira el Cuaderno de Tormentas, el mismo que leemos, al suelo al grito de «¡maldito seas!», y se inicia con las palabras: «Este ha sido la torpe narración de mi deambular por Ciudad Espanto, mi último e inacabado relato. Disponte a temblar, amigo mío, si como yo has llegado hasta este punto y final».

«No debemos estar aquí, somos imágenes, fotografías, ilusión» advierte Jodorowsky en La montaña sagrada, destruyendo el espejismo del espectador que los sintió reales, que se identificó con ellos. Una tarea, a estar alturas, imposible.

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Programa 11: El «monstruo»

Nos fijamos en una actividad próxima en torno a la literatura: el encuentro Ctr+Alt+Del – Reiniciando al monstruo, que tendrá lugar en La Casa Encendida los próximos 27 y 28 de noviembre, e invitamos al estudio de Radio Carcoma a su artífice, el escritor Javier Moreno.

Foto de monstruo con monstruoNos permitimos, con su complicidad, jugar con él. Con los conceptos de la biografía del autor, con las frases hechas de las solapas de los libros, con su propia obra publicada, con las «nuevas tendencias» de la narrativa y las facetas de ese encuentro en el que nos propone «un diálogo» en un formato de «cuadriláteros» entre escritores y críticos literarios, en pos de entender mejor el momento presente de la cultura.

Javier Moreno (Murcia, 1972) es autor de Buscando batería (Bartleby, 1999); La Hermogeníada (Aladeriva, 2006); los poemarios Cortes publicitarios (Devenir, 2006), Acabado en diamante (La Garúa, 2008); la obra teatral La balsa de Medusa (Espacio escénico DT, 2007); y recientemente Click, Candaya (2008). Ahora mismito, acaba de ver la luz un volumen de relatos: Atractores extraños (Inéditor, 2009).

Así, nos deja entrever el contenido de este encuentro de dos tardes (que va a reunir en sus mesas a gente como Germán Sierra, Jordi Costa, Mercedes Cebrián, Agustín Fernández-Mallo, Robert-Juan Cantavella, Jorge Carrión, Eloy Fernández-Porta y unos cuantos más). Los nuevos caminos que recorren los creadores, la mixtificación de géneros y lenguajes, la importancia de la publicidad y la ciencia, la crítica como subtexto… El replanteamiento de lo monstruoso, en definitiva. Todo eso que hace desaparecer la belleza de catálogo del mundo actual, que lo cuestiona y lo pervierte. Todo lo que hoy merece la pena ser escrito.

La sección que nos presenta Alberto Monreal tuvo que ver, en esta ocasión, con relecturas escabrosas, actuales, de clásicos de Jane Austen.

Pero muchas cosas no llegaron a ser dichas y muchas otras no merece la pena que las contemos aquí. ¡Hay que escuchar el programa! Gracias, Javier, por aguantarnos.

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